La muerte de un ejemplar de la especie amenazada en Argentina, renovó el alerta por la falta de medidas de protección en rutas que atraviesan áreas críticas para su conservación.
El caso de la yaguareté preñada que murió en Misiones tras ser atropellada en una ruta provincial renovó el alerta por la falta de medidas viales que colaboren con las estrategias de conservación de la especie. En distintos estudios realizados por investigadores del Conicet en la región, se advirtió acerca del peligro que representan los cruces viales en zonas protegidas y se sugirieron distintas acciones para evitar estos casos.
Aunque ya se implementaron mejoras en materia de señalización vial, la colocación de dispositivos para la disminución de la velocidad de los vehículos en puntos críticos, siguen pendientes. Los científicos señalan que, si no se avanza con estas obras de manera urgente, habrá más yaguaretés atropellados.
Los últimos relevamientos realizados por equipos del Instituto de Biología Subtropical (IBS, Conicet – UNaM) revelaron que, después de distintas acciones de conservación de la especie, las poblaciones en la provincia de Misiones y áreas vecinas de Brasil-, se están recuperando y que hay más ejemplares viviendo en la selva. “El modelo de viabilidad poblacional que desarrollamos hace varios años, predecía que si la población se recuperaba por mejores medidas de protección, los atropellamientos pasarían a ser una grave amenaza para estos estos animales, y es lo que estamos viendo”, advierte Agustín Paviolo, investigador adjunto del Conicet y miembro del Proyecto Yaguareté.
En un estudio publicado en 2017 en la revista Animal Conservation, investigadores del IBS y del Joint Research Centre (JRC), de Italia; analizaron las principales zonas para conservar la especie y diseñaron estrategias para mejorar el hábitat y recuperar la población. En esa investigación, en la que se aplicaron métodos analíticos de conectividad, se determinó que algunos de los parches de poblaciones más importantes estaban atravesados por rutas y que existía un riesgo latente de que mueran atropellados. El lugar donde fue atropellada la yaguareté, la Ruta Provincia Nº 19 a la altura del cruce del Parque Provincial Uruguay, había sido identificada por los investigadores como uno de los puntos de mayor riesgo. Otra de las áreas críticas, señalan, son las Rutas Nacionales Nº 12 y 101, en el tramo que atraviesan el Parque Nacional Iguazú y el Parque Provincial Puerto Península.
“En los últimos 6 años, tenemos registros de cuatro casos de atropellamientos de yaguaretés en estos puntos”, indica Carlos De Angelo también investigador adjunto del Conicet en el IBS.
Aunque considera que en el último tiempo se mejoró la señalización de la zona indicando que de estos animales, el investigador opina que se requieren un mayor compromiso por parte de la población que transita por la zona y la adopción de medidas que obliguen a reducir la velocidad.
“Es urgente que organismos como la Dirección Nacional de Vialidad y la Dirección Provincial de Vialidad de Misiones desarrollen obras, así como la implementación de mayores controles en las rutas”, señala De Angelo. Las acciones requeridas van desde grandes obras de infraestructura que requieren importantes inversiones, como pasafaunas y ecoductos, hasta sencillas cuestiones técnicas, como la colocación de radares, bastones separadores de calzadas, lomadas u otros métodos para la disminución de la velocidad de los automovilistas.
El impacto en la población
Los datos de la necropsia que se le realizó a la yaguareté que murió tras ser atropellada indican que tendría entre 4 y 5 años. “Estas hembras son los individuos que tienen mayor valor dentro de la población, porque ya pasaron su la etapa crítica de desarrollo, en el que se registra una tasa de mortalidad más alta, y están listas para empezar a reproducirse por varios años”, explica Agustín Paviolo, especialista en ecología poblacional. El ejemplar estaba cursando un embarazo avanzado y en pocas semanas iba a parir dos cachorros. Por su edad, se estima que se trataría de su primera camada. “Es una pérdida muy grande para el patrimonio natural de Argentina”, finaliza Paviolo.